DE PAN DURO
“En el corazón de León, donde los suspiros del sol acarician las calles adoquinadas y las sobras de los siglos se entrelazan con la bruma, se encuentra un rincón sagrado donde el arte de la panadería se convierte en un legado ancestral.
En esta panadería de ensueño, donde los aromas de antaño se funden con los susurros del viento, el tiempo se desvanece y se abre el libro de las tradiciones. Aquí, la harina se convierte en canto y las manos de los panaderos en música que dan vida a historias de sabor y nostalgia.
El horno de barro, testigo de incontables amaneceres y maestros de las llamas, es el corazón ardiente de este santuario. Sus brasas, como estrellas fugaces, danzan en la oscuridad y transforman la masa en una poesía dorada. Cada hogaza que nace de su vientre de fuego es un verso que recuerda el pasado y promete un futuro lleno de delicias.
El maestro panadero, con su mirada sabia y manos diestras, guía a sus aprendices en el arte sagrado de los levados y fermentos. Los panes, como seres vivos, se alzan orgullosos desde el amasijo, mostrado su corteza dorada y su miga esponjosa. Y los comensales, con sus paladares ansiosos y ojos iluminados, se convierten en narradores de esta historia gastronómica.
Así, entre el aroma embriagador del pan recién salido del horno y el eco de risas compartidas, se despliega el telón de esta representación en la panadería de León. Un lugar donde el pasado se entrelaza con el presente, donde la tradición se funde con la creatividad, y donde cada mordisco es un tributo a la memoria de los antepasados.
Bienvenidos, amados espectadores, a este viaje mágico y reverencial en el corazón de una panadería que es templo y hogar. Preparen sus corazones, pues aquí en el reino de los panes y las delicias, la historia está a punto de desplegar sus alas y llevarnos a un mundo donde el sabor y la tradición se abrazan en un eterno baile.”
